Estaba sentada en la cabecera de una mesa larga y todos los lobos y cuervos junto a nosotros hacían chistes y reían al unísono. Y entonces, cuando terminaron de almorzar, comenzaron a devorarme la carne y los ojos se me saltaban y te pedía ayuda con gritos desgarrados, pero vos reís y poco a poco te ibas convirtiendo en uno más, en un lobo mitad cuervo. De pronto, aparecí refugiada en la oscuridad de mi habitación y las estrellas artificiales pegadas en mi techo anunciaban que todo había sido una pesadilla. Bastó un mal sueño para tomar la decisión más acertada de mi corta vida.
2 comentarios:
Yo soy el de los cuentos tétricos, Rocío.
Yo quiero en este momento, un sueño así de esclarecedor. O el coraje para tomar la decisión que el sueño me aclare.
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