lunes, 20 de julio de 2015

El último encuentro --- Sándor Márai

"...Porque la amistad no es un estado de ánimo. La amistad es una ley humana muy severa. En la Antigüedad, era la ley más importante, y en ella se basaba todo el sistema jurídico de las grandes civilizaciones. Más allá de las pasiones, de los egoísmos, esta ley, la ley de la amistad, prevalecía en el corazón de los hombres. Era más poderosa que la pasión que une a hombres y a mujeres con fuerza desesperada; la amistad no podía conducir al desengaño, porque en la amistad no se desea nada del otro; se puede matar a un amigo, pero la amistad nacida entre dos personas en la infancia no la puede matar ni siquiera la muerte, puesto que su recuerdo permanece en la consciencia de los hombres, como permanece el recuerdo de una hazaña discreta, que no se puede expresar con palabras. Así es, la amistad es una hazaña, en el sentido fatal y silencioso de la palabra, donde no resuenan ni sables ni espadas: una hazaña, como cualquier otra actitud desinteresada...".

miércoles, 8 de julio de 2015

El último encuentro --- Sándor Márai

"Existe demasiada tensión en los corazones humanos, demasiada pasión, demasiado deseo de venganza. Miremos dentro de nuestros corazones: ¿qué es lo que encontramos? Pasiones que el tiempo sólo ha conseguido atenuar, pero no apagar. ¿Con qué derecho esperamos algo distinto del mundo, de los demás? Nosotros dos, sabios y viejos, ya al final de nuestra vida, también deseamos la venganza... ¿la venganza contra quién? Del uno contra el otro, o de los dos contra el recuerdo de alguien que ya no existe. Qué pasiones más estúpidas. Y sin embargo, están vivas en nuestros corazones...".




"...La mujer que has escogido está sentada, inmóvil, en un rincón, mirándote. Son capaces de permanecer sentadas así, inmóviles, mirándote, durante horas. Al principio no prestas atención. Luego te pones nervioso y le ordenas que salga. Pero tampoco sirve: sabes que continúa sentada en otra parte de la casa, en otra habitación, y que te sigue mirando incluso a través de las paredes. Tienen los ojos castaños, muy grandes, como los perros tibetanos, esas bestias taciturnas que son las más insidiosas de la tierra. Te miran con sus ojos brillantes, tranquilos, y vayas por donde vayas, sientes su mirada encima, como si alguien te estuviese persiguiendo con unos rayos maléficos...".