Sólo pretendo inmiscuirme en tu mundo letrado, entre tus palabras y las manos que escriben versos de miel a medianoche. Enamorarme y desenamorarme día a día de esa suma indeterminada de signos arbitrarios que acortan la distancia entre nuestros cuerpos y un mismo deseo. Encontrarme en tus metáforas perdidas, inventar excusas para reinterpretar mis penas en tus ficciones y resguardar el alma en los recovecos de tu poética esperanza. Ese pequeño lugar en tu mundo letrado, solamente eso, aunque sea en páginas e historias que se olvidarán con el tiempo, me alcanza y me sobra para sentirme viva.
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