Duele la muerte, candente egoísmo,
espíritu liberado de cuerpo y mente,
verdes prados esperan tu alma piadosa,
en llanto encarna la envidia del hombre.
Cuerpos que sobreviven, el momento
crucial esperan sin fe. No hay destino
mas que el paso a paso galopando
a fuego y sangre en nuestro corazón.
¿Lloramos la paz, la liberación,
la culpa, el miedo, el olvido, el adiós?
¿O lloramos el egoísta deseo
de darle cuerpo a lo que no muere?
Estás acá, te siento. Huelo el amoníaco
en la vereda de tu casa merodeando.
No voy a ser egoísta, por esta vez,
no te voy a llorar. Descansa en paz.
A mi abuela Lidia, por su risa pícara y su expresiva mirada.
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