viernes, 29 de agosto de 2014

Mar amante

El mar me purifica, me abraza, me envuelve. De pronto, mi cuerpo yace boca abajo y de espalda al cielo en el agua y siento como la respiración se convierte en mi única preocupación. Entonces escucho mi corazón, más vivo que nunca, que se desacelera armónicamente. Tengo el control total de mi cuerpo. Sin abrir los ojos, siento como el agua aterciopelada se cuela por mis dedos y fluye entre mis piernas y cada uno de mis órganos cobra su justa dimensión. Lo siento y me hago consciente de cada centímetro de mí mientras extiendo esa dulce agonía que me hace perder el poder. Entonces levanto la cabeza desesperada por una bocanada de aire que oxigene hasta la última célula de mi ser. Mi cara siente el viento que sopla de norte a sur, mis terminaciones nerviosas se excitan y sonrío presa de un éxtasis infinito.

FOTO: LEONARDO HERRÁN

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