Un cuarto de siglo de angustia y soledad, de lágrimas inexplicables, de palabras reveladores, de pasiones y miedos, de emociones compartidas con conocidos y extraños, de bailar hasta el cansancio, de sonrisas sinceras, de amigos irremplazables y unas cuantas decepciones. Un cuarto de siglo de buscar siempre lo que encuentro, de entenderme algunas veces, de encerrarme en un libro para perderme más, y de escribir letritas que a veces reflejan el alma. Un cuarto de siglo de espejismos y oasis, de penales atajados y convertidos en el patio de casa, de borracheras melancólicas , de escupir verdades, de ver finales tristes, de pájaros cantando a la mañana, de escapar a la incertidumbre, de un solo viaje a las nubes, de imaginar figuras de colores, de sueños reiterativos y de ínfulas de princesa y zapatitos de cristal. Un cuarto de siglo de enamorarme del Norte, de conocer la tristeza, de extrañar a mis seres amados aunque sea a veinte cuadras de casa, de besar a la abuela, de arrugarme las manos en la pile, de goles de Independiente y de abrazos desesperados. Un cuarto de siglo de no poder correr más de una cuadra, de consejos no solicitados, de aprender qué es la tiroides, de reinventarme en la frustración, de perdonar y guardar algunos rencores, de no comprender a la sociedad, de esconderme bajo mi escudo… Un cuarto de siglo buscando mi lugar, nada más que la libertad y el amor, que siempre van de la mano, como vos y yo.
2 comentarios:
Faltó: un cuarto de siglo de comerte las uñas.
jajaja, no sé quién sos, pero me conocés bien. ¡Gracias por pasar! Un beso.
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