lunes, 12 de septiembre de 2011

Abulia



La abulia es la raíz y progenitora de todos los problemas que hacen de este mundo un lugar absolutamente contaminado, podrido. La excusa del no sé cómo hacerlo, no se me antoja y no tengo ganas frena cualquier iniciativa para poner en marcha ese cambio radical que necesitamos como sociedad, que soñamos por las noches cuando nuestras cabezas reposan sin calma antes de ir a dormir. La desigualdad y la pobreza, más todo lo que acarrean esas palabras repetidas hasta el cansancio ya sin sentido (la desnutrición en un país con ricas extensiones de campo, la falta de educación y de acceso a un servicio de salud digno, el sueño de un hogar propio y de un trabajo no esclavizador, el respeto por el prójimo), no son invencibles. Y la lucha no es alzar sin fundamentos la bandera de un partido político ni promover grandes proyectos que sólo llegan a los barrios y localidades donde hay que apuntalar al candidato de turno. La lucha es la voluntad de cada día, ese pequeño granito de arena que cada uno puede aportar desde su lugar, desde su humilde silla detrás de un consultorio médico o desde su humilde sillón delante del marco dorado del General Juan Domingo Perón. Poco a poco podemos crear un mundo mejor, igualitario, lleno de amor, respeto y bondad. Poco a poco podemos erradicar todos los males de la tierra, pero antes tenemos que eliminar la abulia. El gran problema es que también para eso necesitamos de ese impulso en extinción llamado voluntad. 

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